Estoy enamorada de Sebastián desde el primer día. Entro a casa en una mano cargaba una pequeña maleta y en la otra una de bola de pelos naranja. Él no se ha cansado de rechazarme, no siente lo mismo que yo, ni en ese tiempo, ni ahora. Tengo que verlo de nuevo, tragar saliva, contener el llanto y domar mis sentimientos. Es tiempo de afrontar la realidad.
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