«A veces lo que nos parece una solución es, en realidad, el detonante que necesitaban nuestros problemas para multiplicarse».
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El mundo ha comenzado a destruirse o, más bien, la humanidad se ha ido a la mierda en un dos por tres, dejando a tan solo quince personas poblando el planeta. La extinción está a la vuelta de la esquina y la superficie ya no es un lugar seguro en el que estar -o, al menos, eso es lo que les parece a todos-.
André Legrand, general en jefe del ejército de Disolia, no duda ni un segundo antes de llevar a los sobrevivientes de la catástrofe a La Cúpula para resguardar sus vidas. Pero, ¿será esa, acaso, la opción más coherente? ¿De verdad el peligro está arriba?
¿Qué es lo que les queda? ¿Acaso hay algo que puedan hacer por el mundo o, siquiera, por ellos mismos?
Hay personas a las que, cuando lo pierden todo, no les importa destruirse a sí mismas. Así como hay otras a las que no les importa consumir a los demás con tal de cumplir sus propósitos. Aquí hay de ambas. Y eso, por desgracia, puede llegar a ser más catastrófico que el propio apocalipsis.
Los créditos de la hermosa portada le pertenecen a @TylerEvelynRood.
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