DANIELLE
Después de acabar el último curso del instituto -y de leer el artículo que me informaba de que los siete años ya habían pasado- dije "hasta aquí". No podía seguir con mi vida rutinaria y aburrida, o, al menos, no en Phoenix. Necesitaba salir de allí más que nunca, y la oferta de Los Ángeles me vino de perlas. Podría empezar la universidad y seguir con mi vida a mi manera, lejos de esa ciudad.
Pero cuando me mudé aquí no tenía ni idea de que tendría que vivir bajo el mismo techo que Noah Adams. Ese chico representaba todo de lo que había estado huyendo desde que tenía uso de razón: alcohol, drogas, fiestas, descontrol, mentiras... No podía permitir que me hicieran daño de nuevo, y Noah no hacía otra cosa que eso. Me hacía sentir mal una y otra vez, continuamente, y cuando ya parecía que no podía hacerme más daño, me sorprendía con una nueva jugada. Me hacía gritar, llorar, enfadarme y odiarle, pero también me hacía sentir más viva que nunca desde hacía siete años. Y eso me aterraba.
*
NOAH
Hacía casi un mes me limitaba a emporrarme cada vez que tenía ocasión, ir de fiesta, tirarme a la primera tía que se me insinuara. Me daba igual todo, solo quería no tener que pensar en mis cosas, y con eso lo lograba. Pero después de Danielle, todo cambió. Había encontrado una droga natural, para todo mi pánico, ansiedad y preocupación. Era su voz, era ella.