-¿Dónde están? Por favor, sólo necesito una ¡Tiene que haber sobrado una!- Decía desesperado el hermoso y femenino omega mientras sacaba y aventaba todo el contenido de su mochila buscando una sola pastilla para contener su celo. -¡No puede ser!- Exclamó, en un grito nada discreto al ver su mochila completamente vacía sin haber encontrado lo que necesitaba. Era un idiota, el dinero que había ganado en su trabajo como mesero después de clases lo había gastado en maquillaje y ropa, olvidándose completamente de guardar la mitad para sus costosas pastillas, las cuales necesitaba cada 3 meses. Su enojo consigo mismo pasó a miedo al darse cuenta que estaba en la escuela, rodeado de Alfas y su cuerpo pronto comenzaría a emitir las atrayentes feromonas. Quiso salir corriendo a su casa, si lograba evitar a todos los Alfas de la calle, entonces estaría a salvo; pero se detuvo a levantar todas las cosas que había dispersas en el salón de manera desordenada. Tardó varios minutos en recoger todo y cuando por fin iba a tomar su mochila para salir, recibió una llamada