¿Por qué las cosas no pueden ser tan simples como cuando teníamos 11 años?
Porque la niñez y la adolescencia son muy distintas.
Jordán, mi vecino de alado y mi amor de pequeña, el protagonista de mis sueños y fantasías de niña regresa a la ciudad después de cinco años y para mi desgracia, es un espécimen masculino perfecto hecho a mano por los dioses. El muy cabron es como el vino, se pone mejor con los años.
En mi último año aquí esto era lo único que me faltaba. Y como era de esperarse, ya es el playboy de la ciudad, el chico al que le llueven tangas por dónde camina.
Pero se me pasa algo, y es que es mi primer. Lo éramos hasta que se fue de la ciudad cuando me faltaban pocos meses para cumplir doce años y ahí termino nuestra historia de amor.
Pero ¿Podemos tener una historia de amor ahora?
Tal vez se pueda, o tal vez no. Lo que si es un hecho es que las cosas no serán sencillas para nosotros dos.
De pequeños decíamos "Quiero ser grande" y ahora de grandes deseamos volver a ser pequeños.
Crecer complica las cosas, pero también las intensifica.
Perdemos muchas cosas al dejar de ser niños, pero ganamos muchas más.
Dejamos de emocionarnos por cosas tan simples como ver volar una mariposa, o ver vacas en el camino. Pero aprendemos a valorar cada momento.
¿Cuál es la etapa más linda de la vida? ¿La niñez o la adolescencia?
Aún no estoy segura. Pero sin duda alguna se cual duele más.