Y él no fue alguien, él fue muchas cosas, fue todas las canciones de jazz que nunca escucho, los miles de lunares que no conté, las películas de antaño que no ví, los girasoles que bailan con el viento, las novelas de fantasía muy lejos de esta realidad y de este mundo, el gris de los días nublados, la sincronía de las respiraciones, el tintineo de las botellas de aquella cabaña, los encuentros fortuitos de unos amantes fugitivos, las ramas secas de los árboles en otoño, los colores del atardecer, los pasos torpes de un niño aprendiendo a caminar, el asfalto mojado, la tranquilidad del silencio, el humo de cigarrillo, las estrellas más pequeñas, las sonrisas de medio lado, las lagrimas de un amor no correspondido, el final de una historia, porque decir que Christopher Baldway fue alguien, son solo letras vacías.