Fue un día de abril, las hojas caían, de los árboles y aunque no sé porqué; pero Chloe estaba feliz. —¿Y si existieran nubes cuadradas? — preguntaba mirando al cielo aquella chica que siempre estuvo conmigo desde que puedo recordar. —Algo más raro que tú no creo que haya, querida extraña. —le respondo soltando una gran carcajada.