Era de él, eso era indiscutible, la MARCA en su cuello lo dejaba claro. Lo que no estaba claro era quién era él y, sobre todo, no estaba nada claro lo que pasaría con la hija de dos leyendas del patinaje. Al menos no después de descubrir el rostro del alfa que siete años atrás cambiara, sin enterarse, toda su vida.