Luego de un año de haberse mudado a ese vecindario, todos los viernes sin falta, a altas horas de la noche Sana escucha una suave melodía provenir de al lado, melodía que puede identificar como el de una guitarra. Al principio aquello le molestaba pero con el paso del tiempo, fue acogiéndole cariño al punto de quedarse despierta esperando por esas tonadas tan suaves, las cuales ahora eran seguidas de una voz la cual le estremeció al escucharla. Podía acostumbrarse, pero no al hecho de no saber quién era.