Sus ojos no podían dejar de posarse en él. Su aliento había sido robado desde el inicio. Comérselo con la mirada era una expresión que le quedaba corta en ese momento. Su cuerpo hormigueaba con la anticipación de poder devorarlo, consumirlo hasta que no quedara nada. Y Kim TaeHyung lo sabía. Porque esa mirada traviesa que lo localizaba entre verso y verso, enfundada en azul, era muy consciente de lo que aquellos disimulados toqueteos en los arneses que se ceñían a sus piernas cubiertas de cuero provocaban en el menor. -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- No se aceptan copias ni adaptaciones.
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