Corea del Sur era un lugar exigente para cualquiera que decidiese formar parte de su compleja, masiva y superficial maquinaria. El sistemático sacrificio de sus gentes se ceñía con fuerzas -y especialmente- sobre los hombros de aquellos que habían decidido ponerse a sí mismos en el ojo mediático del huracán del KPOP y la conocida "ola coreana". Pero era especialmente duro y exigente con un pequeño grupo, los extranjeros, que tenían que demostrar continuamente que aquel era su lugar, que se lo habían ganado. Que no eran intrusos.
Y ese era el caso de Hye, una chica extranjera a la que brindaron la oportunidad de cumplir un sueño, del que en realidad no sabía nada, y en cuyo camino, largo y sinuoso, se cruzaron los bonitos ojos de Kim Taehyung.
Qué podría salir bien de la relación de una idol extranjera y uno de los idols más famosos del mundo entero bajo la implacable mirada de la moral coreana.