Condenada a las eternas habladurías, Grace Alaín, aceptó su destino, convirtiéndose así, en la perra de cualquier historia de amor. Señalando, de cualquier forma, que nada es lo que parece, y que esto es más que ficción. Pues incluso las perras de cualquier historia saben leer, y si no, pueden aprender.
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