El Cielo, utopía habitada por ángeles, los seres celestiales más perfectos jamás creados, se trata de un paraíso donde sólo existe la bondad y el compañerismo se halla en cada rincón, la paz es tangible en sus benevolentes habitantes, infundada en la confianza mutua, el respeto y el inmenso sentido de responsabilidad colectiva arraigada en su propio ser. El más delicado equilibrio cubría cuan manto protector su pacífica sociedad. Criaturas hermosas, llenas de empatía y afecto, destinadas a ser felices y vivir en tal sublime paraíso. Sin embargo no se encontraban allí para ser un mero ornamento, los ángeles tenían un propósito específico, que consistía en guiar y proteger a los humanos en su vida terrenal, por cuanto sus almas pertenecen al Cielo, pues de ahí es su procedencia. Los guardan del mal y la tentación que plaga el mundo humano cada vez más debido a la creciente presencia de demonios, criaturas viles, egoístas y sedientas de poder que subsisten del dolor y desesperación de los demás. Condenados a vivir o más bien sufrir en el lugar más inhóspito y hostil jamás creado, el Infierno.
Con todo este cuento, uno concluiría que los ángeles son el bien, e incapaces de algo distinto de este y que los demonios son el mal, y que lo contrario está fuera de sus facultades. Dos criaturas perfectamente opuestas. Sin embargo ¿Es esto así de simple? ¿De verdad es posible que existan seres tan radicalmente contrarios?
Nota de la Autora: Todos los personajes (o muchos) tendrán importancia equitativa, por lo que se contará desde varios puntos de vista.