No me había dado cuenta de lo mucho que había echado todo de menos. Las puestas de sol, las mañanas que pasábamos metidos en el agua, el olor a mar, la manera en que las olas iban y venían, cuando entrabas lentamente porque el agua estaba demasiado fría, el sabor salado de tu pelo al salir de la playa o la manera en que se arrugaban tus manos cuando pasabas demasiado rato en en agua... -Imbécil, ¿vas a venir ya o voy a tener que ir yo a por ti? - oí esa voz que tanto odiaba. Había echado muchas cosas de menos, pero claramente él no era una de ellas.