Y cuando pensé que ya no tenia esperanzas apareció el, su manera de hablarme, de mirarme, de protegerme aún sin saber de que. A veces y solo a veces necesitas una sacudida para poder animarte y despejar esa niebla que te embarga. Mi mundo era vacío, tormentas interminables y fuertes me arropaban pero el simplemente me tendió la mano, una mano que sin pensar me ayudo a levantar mis alas nuevamente sin temor, ni inseguridades. Ya no tenia miedo y todo fue gracias a el.