Era una hermosa mañana festiva. Las calles saturadas de gente con vestidos largos y traje de gala, todos con aires de grandeza y elegancia. El cielo tenía una brisa fresca y un sol sobrecogedor. Pero entonces los gritos de hombre rompieron el aire divertido. Un niño en su tienda había irrumpido. El niño de bufanda larga café y ropas manchadas de pintura totalmente desatendidas movía sus piernitas sin freno esperando lograr escapar, sus ojitos derramaban unas pocas lágrimas mientras entre sus manos tenía una cometa y un ovillo de hilo, ambos siendo agarrados con fuerza en sus oscuras manitos. ¿Para que los usaría? Solo el pequeño lo sabía...