debo decirte que tendrás el honor de morir en mis manos – volvió a decir Steve mirando sonriente aquel gran y filoso cuchillo – N-no, por favor, no lo hagas por favor Steve – dije entre sollozos mientras iba retrocediendo lentamente – Bien (suspiro) llego tu hora Chelsea – dijo Steve sonriente mientras se acercaba lentamente a mí –