Muchos creen que una persona gorda necesita hacer todo el ejercicio que pueda para así demostrar que está decidida a ser ‘menos gorda’. Como si aceptar el propio cuerpo fuera un pecado, lo cual resulta absurdo. Efectivamente, el ejercicio trae maravillosos beneficios físicos y mentales, pero no le debes a nadie hacer un esfuerzo por cambiar tu cuerpo si tú no lo deseas. No tienes que ‘alterar’ tu cuerpo para otros. Punto.
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