SINOPSIS: Olvido fuma como una carretera y tiene veinteseis años exprimidísimos, como puede confirmarse al advertir las bolsas de piel inminentes bajo sus ojeras. La abruma la existencia, y sin embargo la cree como única esencia. La aterran y emocionan por otro lado la contingencia y el tempus fugit, eternos perseguidores de los poetas y la vida. Y es que Olvido cree en la poesía como vínculo, como metáfora del invididuo y la sociedad y como vía de escape de un mundo terriblemente asolado por la tristeza y el dolor. Pero quizás lo más destacable de Olvido sea precisamente eso, su concepción del vicio y la bajeza como herramientas indispensables para el proceso artístico-creativo y como detonantes de la pasión, la única promesa de esperanza a la que se aferra. Y aquí es donde entra en juego el amor (vital para esta historia), porque Olvido se debate entre las dos caras de éste: Pandémica o Celeste, el cuerpo o el alma. El sentimiento puro, idílico e insustancial frente a la carne, el tacto, el sexo y la experiencia física, tangible de los cuerpos. Sujetos ambos, por supuesto, al tiempo. Al tiempo frío y tétrico que como una lengua áspera remueve la tierra tierna de sus raíces y la deja desnuda ante la inmensidad, ante su incapacidad de decisión, sus miedos, sus vicios. Su propia alma.