Estaba escondido detrás de la ventana, las cortinas me ocultaban pero no lo suficiente. Llevaba mas de una hora aquí viéndola leer, había memorizado sus gestos y sus ojos, era tan bella. Estaba tan concentrado viéndola que no me había fijado en la voz que me hablaba, mi madre. -Dante ¿Pues pararte de ahí?- Dijo ella con esa voz dulce de madre protectora. -Mamá, silencio, no hables tan duro que...- Pero ya era tarde, mi madre miraba la ventana y pude ver en su rostro joven una sonrisa. Me levante y vi que ella miraba atenta la escena desde su ventana, pero mas que todo me miraba a mi con sus ojos verdes esmeralda. Era tarde, me había descubierto.