Alguna vez haz sentido que a tu vida le hace falta algo, o simplemente haz tenido la necesidad de hacer locuras, enamorarte y dejarte llevar. Bien yo lo sentía y las ganas de poder envolverme en aquella pasión misteriosa debo admitir que a veces me consumía, pero jamás tuve el placer de probarla, pues llevaba impregnada la pura niñez en mi esencia. Hasta aquel último verano en mi amada Georgia, cuando todo cambió. Aquel verano había tomado la determinación de cambiar, me dije que ya era tiempo de abrir aquella anhelada puerta que daba paso a todas esas sensaciones y adicciones, como enamorarte, vivir la vida, día por día como si el mañana no importase, enfrentar los errores bien y mal, aprender de ellos y seguir adelante, seguir creciendo.
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