Para aquel entonces yo vivía siendo manipulado e influido por el resto del país. Las actitudes y los principios, se me habían transmitido sin yo quererlo y me convertí en su peón. Rusia no estaba en sus mejores momentos. Era una Rusia desgastada, y en algunos aspectos atrasada hacia el resto de países. Y corrupta, corrupta sobre todo. Es gracioso… Ni os imagináis el verdadero significado de ese “todo” que básicamente englobaba a todas y cada una de las empresas e instituciones, y ya ni hablar del gobierno, que para entonces no era para nada el mejor. Era el que había, y joder, ojalá hubiera seguido así durante más años. Se les acabó pronto el jueguecito y el país entero entró en tregua.
En general, Rusia estaba jodida, para qué mentir. Estaba llena de mierda hasta el hombro.
Pero dejémonos de generalizaciones. Mi futuro comenzaba abajo, en un barrio putrefacto, lleno de mafiosos principiantes, que por entonces no eran más que vándalos cualesquiera sin aparente futuro.
Yo vivía en aquel distrito desde que nací, y conocía a aquellos chavales como si de hermanos míos se tratase. Con algunos de ellos fui a la escuela hasta el décimo grado compartiendo pupitre, estirones de orejas y golpes en la nuca de distintos profesores. Sí, tiempos aquellos en los que eso estaba permitido, y los padres lo respaldaban poniéndose de parte del profesor, que encima te pegaban luego en tu casa otra vez ellos mismos.
Aprendíamos a base de golpes que nos daban, y de golpes varios que nos daba la vida en sí. Todos y cada uno de ellos en heridas grabados en el cerebro, para la eternidad, quedaron plasmados allí para siempre. Preciosa sabiduría. Que no respaldo la mano dura, sólo cuento mis vivencias. Que no apoyo estas acciones, pero asumo que en su día fui partícipe de ellas. Sí, lo fui… Y esta es mi historia.
Oh… En esos malditos pero felices años, éramos hijos de los noventa.All Rights Reserved