París, verano de 2014 -¡Para, te lo suplico! ¡Vas a matarme!e, hermanita. -Relájate, hermanita. Solo estoy apuntando las cosas mas importantes que han pasado en el libro -dijo Laura, mientras le arrancaba un lamento estridente a la pizarra con una tiza. -¡Son las tres de la mañana! Vas a despertar a todo el vecindario -se quejó Angélica. Gracias a Dios, las casas circundantes estaban a oscuras. Nadie se había despertado con el insufrible concierto interpretado por su hermana. Pero Angélica saba que no estaban haciendo las cosas bien. Su madre estaba en el hospital cuidando de la abuela Caterina, que estaba muy enferma. Si se enteraba de que sus hijas estaban despiertas, obsesionadas con un libro misterioso que un desconocido había dejado en el jardín, se preocuparía muchísimo. Por no hablar de los espejos que explotaron simultáneamente en el salón de la casa y el hospital. Bastantes preocupaciones tenía su madre como para cargar con sus niñerias. -Eres una pedorra -dijo Laura- ¡Encima de que lo hago por ti! No o pongas esa cara cuando vemos una peli nunca te enteras de nada. Con todo lo que ha pasado en el libro, es mejor que te lo apunte para no te pierdas. -No digas tonterías, me he enterado de todo - se defiendió Angélica. -¿Ah, si? ¿Te atreves a contestar diez preguntas? Si fallas tres, me dejaras ponerme uno de tus sujetadores el fin de semana. -¡Qué tontería! ¿Para qué quieres un sujetador? no rellenarías ni una cuarta parte con esas canicas. -Vale, si no te atreves no pasa nada -le picó Laura. -Está bien, acepto. Pero si gano no te acercarás a mi armario en lo que queda de verano. -Trato hecho. ********** Como ya saben esta historia no me pertenece y solo la subo porque tanto a ustedes como a mi nos gusta. Todos los derechos le pertenecen al escrito César García Muñoz.