Maximiliano Sáenz soñaba con una familia propia. Teniendo pareja de muchos años ellos aún no llegaban a un acuerdo sobre ese punto. Su pareja argumentaba que se le hacía desleal tener hijos, aún cuando su propia hermana no lo había logrado. Para Max era una excusa muy pobre. David Martín a penas si podía con la carga de ser un padre soltero. Nunca le escribió a la cigüeña pues era gay, y sin embargo ahora tenía un lindo bebé que cuidar, y un sueño personal que cumplir. Pero todo cambia cuando un atractivo extraño entra a su vida y le hace añadir más dulce a esta receta.