En un principio, existía el gran dragón cósmico. En su seno, en las profundidades infinitas de su basto reino, dos elementos opuestos; el agua y el fuego, se engendraban mutuamente sin cesar, pero el Ladrón de almas, "el gran separador", celoso de la apacible fuerza del dragón, lo desafío y con una terrible estocada lo partir al medio, separando para siempre sus dos flancos opuestos. El orden cósmico se altero, el clima se dividió en dos estaciones opuestas, y los hombres en dos pueblos enemigos: Los Piros adoradores del sol y de la luz suprema; y los Hidros hijos de la sombra y de la lluvia.