Hace mucho tiempo que la oscuridad invadió este mundo. Unas estructuras antiguas, que los humanos relacionaban con sus dioses, se abrieron. Nadie sabe cómo, nadie sabe el porqué, se abrieron y la oscuridad llegó.
Y fueron sometidos, todos. Y así, en un detestable equilibrio, pasó el tiempo, mucho, mucho tiempo. Los humanos convivían con los demonios, bajo su dominio. La gente podía llevar una vida medianamente normal siempre y cuando acatasen las reglas, siempre que comprendieran su sometimiento. Como un mecanismo de defensa, como de la nada, nacieron los portadores de la luz. Humanos que tenían el poder de crear un determinado tipo de luz, un tipo de salvación. Pero los demonios los detectaron rápido y se los comenzaron a llevar. No los mataban, simplemente se los llevaban. Los humanos empezaron a intentar protegerlos, a esconderlos. Se crearon rebeliones, pequeños ejércitos, pero todo fue en vano. Los demonios mandaron a sus ejecutores, sus armas más poderosas, y todo fue controlado de nuevo.
Hasta que llegó Lena.
Meghan toda su vida ha sido aventurera, maleducada y desubicada, hasta que tiene que dejar de serlo. La muerte de su padre la hizo viajar hasta el palacio del reino Elaetus con su madre, padrastro y hermanastro, a los qué, aun así, considera una familia.
Pero apenas días después de empezar a vivir en el palacio descubre que hay una maldición en todo el mundo perjudicando a todos los reinos, incluyendo Elaetus.
¿Meghan tiene que ser princesa o descubrir su verdadera identidad?
En todo el recorrido hay un gato negro de ojos verdes que no deja de ayudarla para derrotar lo que sea que perturbe su mundo. Pero al final todo es al revés.