Controlador. Dominante. Posesivo. Arrollador. Gentil. Seductor. Neurótico. Loco. Esas pueden ser las palabras que mejor lo pueden definir. -¿Y yo qué?.- Se me queda mirando mientras tamborilea con los dedos en la mesa. -Tú, eres toda mía.- Está serio, no lo dice en broma. -¡Oh, no!. Yo no soy tuya. ¡Ni loca!.- Suspira y se pone completamente de pie despegando el culo de su enorme y descolocada mesa. Tengo que ir levantando la mirada para adaptarme a su altura. -¿En serio lo crees así?.- Asiento segura mientras sus dos esmeraldas verdes me apuntan brillantes y llenas de decisión y desdén. -Totalmente.- Da cinco pasos y ya está a menos de un metro de mi, tengo el pulso por las nubes y no si quiera ha llegado a tocarme. -Creo que no.- De un solo movimiento me coge de las manos y me deja entre la pared y el. Me muerde el cuello, me besa el cuello y juega con el lóbulo de mi oreja derecha. -Jodido Vasco.- Se aparta un poco de mi y me mira a los ojos. Los tiene brillantes y llenos de lujuria.