Me prometí a mi misma que no me volvería a enamorar. Pero, al fin y al cabo... ¿Eso se controla? No, no se puede. Me di cuenta nada más ver a un chico castaño, de ojos azules. Con el apellido Grimes. Ese chico puso mi mundo patas arriba. Hizo que me sintiera como nunca me había sentido. Y por eso mismo, le di una segunda oportunidad al amor, a la fe en las personas. ¿Me arrepiento? No, en absoluto.