Alguien me dijo una vez que las personas somos despiadadas y crueles por naturaleza. Que aunque no lo quisiéramos, siempre lo llevaríamos con nosotros. Que de algún modo, una pequeña porción en nuestro inconsciente actúa injustamente gozando las derrotas de nuestros semejantes, por más ínfimas que éstas sean. Y que sufriría, como todos en algún punto indefinido de sus vidas. Entendí que nadie escapa de su destino. Pero decidí pasarlo por alto. Porque con todo ello, también viene lo bueno, ¿cierto? ¿O es que no para todos suceden precisamente cosas buenas? Asimilé que lo que cada uno demuestra es para su propio beneficio.