Lionel es un chico cuyo pasado lleva tatuado en su piel. Literalmente.
Los errores de otros, más concretamente los de su padre, recaen en sus hombros, pero a pesar de ello sigue luchando por lo único que le queda: él mismo.
Nunca le ha prestado atención a las habladurías de los demás, aprendió a lidiar con ellas desde muy joven, así que el hecho de que sus compañeros de universidad lo hayan convertido en un monstruo no podría importarle menos. Es más, el poder que genera el miedo que han creado a su alrededor le encanta.
Cleo, no siempre tuvo las cosas muy fáciles.
El divorcio de sus padres fue complicado, su madre desapareció del mapa y se crió con un padre amoroso, sí, pero controlador. Su padre era un militar de alto rango, por lo que no vivió mucho tiempo en una sola ciudad y viajó más de lo que realmente podía recordar, así que nunca consiguió estrechar lazos con nadie. Además, aprendió desde pequeña a defenderse, a luchar y sobre todo desarrolló el instinto de proteger a los demás. Un instinto que siempre conseguía meterla en un lío. Por eso, ahora que ingresaba a la universidad y por fin lograba respirar libremente sin la atenta mirada de su padre, quería experimentar todo aquello que siempre le fue prohibido, que siempre tuvo que ocultar y que, aunque aún no lo supiera, jamás olvidaría.
Ahí fue cuando el camino de ambos se unió.
Una fiesta. Alcohol. Drogas. Y sobre todo la química de ambos que fue la que se adueñó del lugar.
Y como el destino es tan caprichoso, tras ese contacto no volvieron a verse en un tiempo hasta el momento en el que descubrieron que debían vivir juntos.
Entonces el infierno se instaló en la tierra.
Comenzaron las bromas, las peleas, las discusiones y... ¿La pasión?