En mis años de peregrinaje he visto cómo el infierno prometido para mí cobraba vida a mi paso. Mil veces he huido de mi propia sombra, siempre mirando a mi espalda, siempre esperando encontrarla al doblar una esquina, al otro lado de la calle o al pie de mi lecho en las horas interminables que precedían al alba. Nunca he permitido que nadie me conociese lo suficiente como para preguntarme por qué no envejecía nunca, por qué no se habrían líneas en mi rostro, por qué mi reflejo era el mismo de siempre. Son estas las palabras que definen mas bien mi martirio. Carlos Ruiz Zafón(El juego del Ángel )