Han pasado 5 años desde que ella se mudó. Me gusta tomarlo así, como una mudanza. El término suena menos doloroso de lo que en verdad es. Sin embargo, a pesar de su ausencia, intentamos que esto funcione.
Una amistad a distancia no es tan fácil de sobrellevar como parece. Pero cada vez que nos volvemos a ver, que nos ponemos al día con todo, es como si el tiempo realmente no hubiera pasado tanto. Y empezamos una vez más, a seguir luchando para que funcione. A veces la extraño, otras veces se me pasa por alto el pensar en ella.
Lo cierto es que su juego aún sigue ahí, para recordarme que hay alguien con la otra mitad de mi medalla de héroe en forma de corazón. Una niñita que es increíble al volante, y a quién le luce bien mi otra mitad.