Un par de miradas que se cruzaban por unos instantes, los ojos fijos y el deseo de compartir algo más eran infaltables. El rubio terminaba soltando un suspiro de resignación al no poder ser lo suficientemente fuerte como para poder acercarse a su mayor anhelo. El otro cerraba sus ojos esperando despertar de esa fantasía, al abrirlos, nuevamente el paisaje estaba vacío, y él tranquilizaba su respiración. Con una sola mirada ambos terminaban exhaustos...