«-Ya no queda nadie más que tú para contarlo -le dice-. Así que necesito la historia, Jenna. Necesito la verdad. [...] -Ya -dice ella-. Cómo si las dos fueran la misma cosa.» Jenna tiene dieciséis años y su vida no ha sido fácil. Pero alguna explicación debe darle al agente Pendleton. Porque, ¿Cómo ha llegado a tener que ser rescatada de un lago helado? A solas con una grabadora, Jenna cuenta lo que no ha querido compartir con nadie: la temporada en el psiquiátrico, la verdadera razón por la que escribe a su hermano o por qué se hace daño a sí misma. También están los problemas de su madre con el alcohol, la hipocresía de su padre y, sobre todo, por qué el profesor Anderson fue tan considerado con ella desde el principio; en realidad, algo más que considerado. Jenna nos guía por un laberinto de giros inesperados: cuando hace tiempo que dejó de creer en los cuentos de hadas, descubrirá que no está tan claro dónde se ocultan los auténticos monstruos.