En mil pedazos

Juro que te amé y no sabes cuánto.

Me sentía afortunada por poder compartir mi vida contigo y de estar junto a ti para siempre, pero, ¿qué pasó?, ¡te vi en nuestra noche de bodas!

No te importó que fuese nuestra primera noche juntos. No te importó que fuese el mismo día de nuestra boda. No te importó que hacía tan solo un par de horas me dedicabas amor eterno.
Todo lo lindo que sentía, lo especial que me creía, lo ilusa que fui al creer que me querías, se fue directo al infierno junto conmigo.

Mis ojos se fijaron en un punto específico, tú te diste cuenta y miraste a la misma dirección. Kristin había salido de baño, ya vestida. La muy perra tenía una sonrisa burlona en su puto rostro.

-¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó sin expresión en el rostro.

-Esta es nuestra suite, ¿no lo recuerdas? -sus ojos se abrieron sorprendidos.

-Si quieres yo me puedo ir -dijo antes de que ella saliera de la suite.

-No es necesario. No me gustaría dormir en una cama que huele a sexo y perfume barato -lo miró -. Vincent, quiero el divorcio...

-¡No te lo daré!, ¿me escuchaste? Si te divorcias de mí, te haré la vida imposible.

-Está bien. Sigamos con este circo, pero te cito: "Te haré la vida imposible" -lo desafió.

-Está bien, veremos quién destruye a quién primero -rio burlón y ella lo maldijo.

Un matrimonio en el que creyó que sería feliz, en el que creyó que solo serían risas y palabras de amor. Sin embargo, ese matrimonio se convirtió en un completo infierno para ella. ¿Podrá recuperar lo que fue? ¿Acabarían realmente el uno con el otro? Solo el tiempo lo dirá.