Benjamín vivía lleno de adicciones. Adicción a los deportes extremos. Adicción a las fiestas. Adicción a terminar en la cama de cualquier chica sin siquiera recordar de dónde había salido. Adicción a las sustancias psicotrópicas. Adicción a tomar bebidas alcohólicas hasta perder el juicio. Adicción en meterse en problemas. Adicción a no seguir las reglas. Pero su mayor adicción definitiva e indúdablemente era ella... La pequeña Lissel.