La luna también está llena de cicatrices, no por eso deja de ser bella. No hay cicatriz por brutal que parezca que no encierre belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero también su fin. Las cicatrices, pues, son las costuras de la memoria, un remate imperfecto que nos sana dañándonos, la forma que el tiempo encuentra de que nunca olvidemos las heridas.