Su cabello comenzó a caerse y desesperada lo tomaba en sus manos en un intento inútil de que dejara de deslizarse por sus hombros. Chilló, sin entender qué pasaba. Y entonces, al observar su cuerpo desnudo frente al espejo vio la sangre que recorría su piel. ¿Qué estaba pasando? ¿era un sueño? no entendía, y por alguna razón no lograba ver más que su cuerpo. Y comenzó a bailar, siguiendo una melodía inventada en su cabeza. Bailó sobre su sangre. Mi nombre es Andrómeda, sí, como la constelación. Tengo 14 años, y ahora estoy muerta.