Cuando Paul McCartney escuchó la sentencia del jurado, el mundo se desmoronó a sus pies. Condenado a cinco años de cárcel por una negligencia medica que no cometió, fue trasladado hasta una prisión de máxima seguridad. Tenia sus días contados, lo sabia. John Lennon, su compañero de celda y el monarca de la prisión. Sádico como ningún otro. El vaho que salia de su boca era veneno puro, amargo y llameante. Paul tragó saliva, seguro de que seria la ultima vez que lo haría. Su cuerpo convulsiono y sus piernas se sintieron trémulas. Podría haberse orinado del miedo. "Cuando solicité un compañero de celda para divertirme, no imaginé que me traerían un corderito" Si Dios había creado a Adán, el Diablo había creado a John. NO ES MÍA, DERECHOS A LA AUTORA RESPECTIVA.