El trabajo transita un poema de Sylvia Plath, "Daddy", escrito poco antes de que la autora corte su relación con el mundo suicidándose la madrugada del 11 de febrero de 1963.
El suicidio es pensado aquí como una abrupta salida de escena, un pasaje al acto criminal en el propio cuerpo que se escinde fatalmente del orden simbólico y de la palabra.
Lo trágico del pasaje al acto final resignifica, de un modo especialmente turbulento, el sentido melancólico que conlleva el poema. En él se muestra, encarnizadamente, la obsesión hacia su progenitor: "Mi obsesión con mi padre", decía ella, "me duele, padre, me duele, oh padre al que nunca he conocido."
Por un lado, "Papi he tenido que matarte" y por el otro, "me acostumbré a rezar para que volvieras". Esta ambivalencia de sentimientos tiernos y hostiles se inclinó por los últimos. Agresividad hacia él y hacia ella misma, a modo de introyección en el yo.
"Papito, papito: escúchame bastardo, acabada estoy", resulta ser la frase lapidaria y final del poema. No pudiendo acabar con el padre real se mata ella, borrando así todo resquicio de aquella imagen tan amada y tan odiada.