Kakashi sabía que tarde o temprano su hora llegaría. Era el ninja copia, Kakashi del Sharingan, el de los mil jutsus, el último del legendario clan Hatake, el hijo del Colmillo Blanco de Konoha, pupilo del Cuarto Hokage... A lo largo de los años había cosechado más enemigos de los que pudiera contar... Encontrarse en aquella situación no era una sorpresa, si se paraba a pensarlo detenidamente.
Sin embargo, nunca pensó que, junto a él, fuera a morir la persona a la que amaba.
Perdidos, solos, encerrados.
Ambos se sienten de esa manera, y sin embargo, frente al mundo dibujan una sonrisa prefabricada. Pretenden llevar una vida perfecta o al menos algo parecido. Y sin embargo, cuando tienen la oportunidad de hallar refugio el uno en el otro, ninguno es capaz de abrirse por completo y admitir lo obvio.