Entonces la conocí....con su cabello rizado, sus ojos oscuros y con todo aquello que me recordaba a un hogar, ella era mi hogar y desde aquella primera vez le pertenecí Fuimos fuego, ardimos, sedientos el uno del otro tanto que nos quemamos en el proceso, pero era tanto el deseo que nos encendimos una infinidad de veces, nuestra llama es más fuerte que cualquier otra o al menos eso creó.