Tiempo.... Einstein decía que el tiempo es relativo, pero yo jamás entendí esa frase hasta que desperté veinte metros bajo el agua, sin poder respirar, sin poder moverme, en esa fracción de segundo el tiempo se congeló. Creí que lo ultimo que verían mis ojos sería la luna reflejada en el agua y a mi madre del lado del copiloto tratando de contener el poco aire que le quedaba. Pero al parecer, la vida tenía otros planes para mí. Nada dura eternamente, siempre llega un momento en el que debemos decir adiós al mundo que conocemos, adiós a todo aquello que creímos que nunca nos abandonaría y cuando estos cambios se producen por fin, cuando lo conocido se ha ido y lo desconocido ha ocupado su lugar, lo único que podemos hacer es empezar de nuevo. Desde ese día me despierto cada mañana para luchar con los demonios que llevo dentro, a eso se le llama valentía..... pero yo la perdí por completo cuando me enteré que mi madre había dado su vida por mí, y como si fuera una especie de castigo divino, ahora no solo tendría que luchar contra el sufrimiento; sino que también tendría que ganarle la batalla al cáncer. En medio de este caos, Nate Lewis se convirtió en mi ángel guardián.