Mi padre no quiere dejarla, aun sigue su apego a esa ciudad que viene y va, con sus lados de penumbra se agudiza el sentido y no existe la magia, solo se presentan las súplicas de aquellos que se les hiela la sangre.
No se encuentra flotando, ni hay un misterio latente, pero en los sueños se presenta como un lugar en caos. Que los sueños son retorcidos cuando el alma está agitada, estos gritan mensajes y mantienen historias en el tiempo, para hacer eco de las voces de los pobres reprimidos.
En esa ciudad de a poco, se desintegran las pequeñas estructuras al igual que las frágiles mentes con las que juegan unos seres invisibles.
Manipuladas gentes que dan tumbos, tan absurdos, que no se cuestionan les han arrancado los ojos.
Su sangre forma ruletas, marcan pequeños avioncitos en la calle, donde los niños inocentes juegan dando saltos.