Me encantaba, me encantaba mirarla, mirar meticulosamente todas las simples acciones que ella hacía. Lentamente lo comprendí, me encantaba ella. Si me preguntan que me gustaba más de ella sería difícil responder, era tremendamente compleja y hermosa como para elegir solo una cosa. El ejemplo más claro, y mi favorito, era el té de toda hora.