Una noche tuve un sueño: Estaba en una habitación donde la única luz que había era la que entraba por una ventana, la oscuridad que había dentro provocaba una sensación a soledad y desconsuelo. En esa habitación no estaba solo, en ella había un hombre apenado y desilusionado. Cuando lo vi me dio la sensación de que había perdido a un ser querido y el escenario de duelo se debía a eso. Intenté consolarlo con versículos bíblicos, con palabras de aliento.. pero nada parecía hacer efecto en su estado de ánimo. El hombre, cargado de esas emociones que lo hacían doler, se decide a hablarme y me dice: Muchos entienden la Biblia, pero no lo comparten. Anotalo En ese momento sentí que me quería decir algo más pero desperté. Entendí que ese dolor que sentía no era por perder a alguien, sino por la indiferencia que tenían los hermanos entre ellos mismos. Uno se llena tanto de Dios, de los conocimientos que trae el estudiar su palabra con la guía del Espíritu Santo, las veces que Él nos levanta cuando estamos decaídos y sin fuerzas, todas esas veces que nos entrega lo que pedimos en oración. Tantas cosas que Dios nos entrega para edificar nuestras vidas pero ¿Ahora que sigue? ¿Qué hago con todo lo que Dios me dio? En ese momento entendí que debo compartirlo, administrar bien los talentos que Él me da (Mateo 25:14) para edificar a otros de la misma manera que Él lo hizo conmigo. Juan 13:15-17: 15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. 17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis. Filipenses 4:20 20 ¡Toda la gloria sea a Dios nuestro Padre por siempre y para siempre! Amén.
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