Toqué la puerta enfadada, y cuando ésta se abrió, pude ver su rostro pálido y su desordenado cabello, En ese momento, no lo podía creer, haberlo tenido siempre tan cerca, esto no parece real. Abrí mis ojos a más no poder quedándome rígida ahí parada, sin poder pronunciar palabra alguna. Él me miraba divertido con una sonrisa de medio lado, solo sentí mis mejillas tomar de a poco temperatura, ¡Joder!, debo estar súper roja, como era posible, Rubén Doblas del otro lado de la puerta.