Sundavar: Una Historia De Eragon

Una niña rubia se encontraba ante un altar, frente a ella se encontraba un huevo de grandes proporciones, dorado, brillaba como una joya enchapada en oro al brillo del sol, como era tradición en su país Alagaësia cuando los niños cumplían 16 años se les presentaba ante los huevos de los nobles dragones para reclutar a los siguientes jinetes de dragón.
con nervios, la niña se acerco al huevo de dragón, tocándolo, al tocarlo, el huevo empezó a moverse con agitación y a desprender un brillo enceguecedor, luego de varios chillidos, una cría de dragón, del tamaño de un gato pequeño salió entre las cascaras de su anterior morada, tocándole en su mano derecha, al tocarle, la recorrió un escalofrió, como si una mezcla entre fuego y hielo corriera por sus venas, dejándole una marca plateada en su mano, con forma de espiral
entre el silencio sepulcral de la ceremonia alguien grito- ¡Ave Ismira Roranson!, ¡Ave Shur'tugal!