Quedarse viuda y con tres hijos resultó ser lo más difícil que jamás imaginé. Llevaba un estilo de vida que no sabía era existente, apenas dormía lo suficiente como para decirle a mi cuerpo que soportaría otro días más. Entre ser mamá, trabajar, acabar mi maestría, cuidar al perro y tratar de tener tiempo para mí, era casi imposible imaginarme con alguna pareja, ya que apenas y podía conversar en algún chat es ese "tiempo de Kim" La gente lo llama una especie de prueba, yo lo llamé destino. Así fue como en un falla del ascensor en la gran compañía Brow, conviví con el futuro heredero de toda esa fortuna: Dean Brown; mi ahora jefe suplente. Fue apenas un par de horas como para hacer click en mi corazón, el único pero gran problema era que el odiaba el compromiso, las responsabilidades, la familia... y para mi mala suerte, a los niños.