Uno contempla las llamas del fuego, aprecia su candor y el calor que este emana, nos envuelve de manera incompresible, uno admira al fuego y sus llamas danzantes en un baile sin fin, anhela tocarlas y danzar un dulce vals con ellas, tomarlas entre sus manos y colocarlas a la altura de nuestro pecho con tal de que sientan el retumbar de nuestro corazón.
Anhelamos, ansiamos su tacto por qué en la sombras nos hemos quedado y por esa poderosa necesidad de fundirnos en él es que acabamos quemandonos, ardiendo eternamente en las brasas del incandescente fuego que ilumina nuestras vacías miradas, por qué nunca hemos nacido con ello. La dicha del dolor que el fuego provoca se nos ha sido arrebatada, condenados a vagar eternamente por un desierto, un mar de recuerdos, cada uno más escabrosos que el anterior, las memorias de un pasado perdido navegan a la deriva fuera de nuestro alcance, lo único que es persistente es el deseo de aquel cuerpo etéreo que tanto mal nos hace, que tanto daño ha causado su esplendorosa belleza, pero aún así lo deseamos, más que a nuestras propias vidas.
Por qué la luz que emiten las llamas es más cálida y verdadera que cualquiera.
[Desgaste rápido + Mimos grupales + Lider femenina gentil + Escoria aplastante]
Su Zhiruan había muerto inesperadamente y estaba atada al Sistema de parto.
Completar tareas le haría ganar la vida eterna y una riqueza inagotable.
¡Esto suena genial! En su última vida, no tuvo hijos. Después de unirse al sistema, fue bendecida con muchos hijos y fue mimada hasta el cielo por el protagonista masculino.
¡Todos sus hijos eran obedientes, sensatos y fáciles de criar, lo que la convirtió en una verdadera portadora de fortuna!
[Escenario uno]: Cinco años después del reinado del Emperador, el harén no había producido descendencia. Después de una noche de pasión con Su Zhiruan, el harén se llenó de príncipes y princesas.
El Emperador los adoraba incluso durante las sesiones de la corte, dejando de lado su comportamiento imperial para jugar con los niños y enseñar personalmente a los príncipes. Su mirada hacia Su Zhiruan se volvió cada vez más ferviente.
"Querida, ¿te gustaría ser mi Emperatriz y juntas cuidar de nuestros hijos, convirtiéndote en mi esposa por encima de todas las demás?"
[Escenario dos]: Se rumoreaba que el caballero más misterioso de la capital estaba discapacitado. Se acercaba a la mediana edad y no tenía descendencia.
Sus parientes lo observaban con curiosidad y deseaban su muerte a diario.
La llegada de Su Zhiruan desbarató por completo sus planes, ya que ella le dio a este apuesto hombre una prole de hijos.
Cuando pensó en irse, él la abrazó, sus ojos normalmente fríos y orgullosos llenos de súplica. Su voz era profunda y baja.
"Esposa, por favor no me dejes a mí ni a nuestros hijos. Te lo ruego".